Desde los antiguos secretos de la Serra de Tramuntana hasta los helados artesanales de las heladerías más emblemáticas de Mallorca, el helado ha sido, y sigue siendo, una de las delicias más queridas de la isla. Más allá de ser un simple capricho -ya no únicamente veraniego-, los helados en Mallorca tienen una rica historia que conecta con las tradiciones locales, la gastronomía y los ingredientes de la tierra.
Ruta por las mejores heladerías de Mallorca
En pleno boom de aperturas de templos de helados en Mallorca, qué mejor que probar los mejores de la isla a través de una deliciosa ruta antes de recorrer su historia. Para empezar, no puede faltar la mítica Ca’n Joan de s’Aigo, con más de 300 años endulzando Palma. También en la capital, además de Magaluf, Rivareno es una de las heladerías más buscadas de toda Mallorca gracias a sus cremosas recetas italianas.
Foto: Ca’n Joan de s’Aigo.
Heladería Rivareno.
El itinerario continúa con los sabores innovadores de Iceberg, presentes en Palma y distribuido en decenas de puntos de la isla. Gelats Paco, una de las más históricas, sigue deleitando los paladares de locales y visitantes, mientras que Capri Gelatos -Santa Ponça, Port d’Andratx- es una parada clásica del suroeste mallorquín desde 1979.
Valls Gelat Artesà -Playa de Muro- y Es Colonial -Colònia de Sant Jordi-, elegida entre las mejores de España, apuestan por el producto local con recetas artesanas. Por su parte, Cremola presume en Palma de premios internacionales e incluso ofrece helados para perros, mientras que en Heladería Giovanni en la céntrica Jaime II, su helado de pistacho con sal de Es Trenc fue nombrado el mejor del mundo y su decoración es todo un museo del gelat. Por último, los argentinos Che Gelats, que suman ya tres locales en la capital, se han ganado un hueco entre los amantes del dulce.
- Heladería Ca’n Miquel.
De la Tramuntana al paladar
El origen de los helados en Mallorca está ligado a los antiguos pozos o cases de neu en la Serra de Tramuntana, donde al menos desde el siglo XVI se almacenaba la nieve en invierno para conservarla hasta el verano. Esta nieve era compactada y utilizada para enfriar bebidas y postres en las casas nobles.
El antepasado del helado mallorquín se asocia a la figura de Joan de S’Aigo, empresario que a principios del siglo XVIII tuvo la idea de mezclar esa nieve que bajaban de las montañas con zumo de frutas. Más tarde, introdujo el icónico gelat d’ametlla, elaborado de forma artesanal y helado a mano con una bomba que aún conservan en Can Joan de S’Aigo, en la calle Sanç. Por aquel entonces, la sociedad de la isla acostumbraba a degustar un helado tras la misa del Corpus.
En el siglo XIX, con la llegada de nuevas técnicas y la popularización de la industria del frío, empezaron a aparecer las primeras heladerías artesanales en la isla. Un punto clave fue la influencia italiana -el siciliano Francesco Procopio dei Coltelli está considerado como padre del helado en 1660- especialmente en Palma, donde heladeros de origen italiano trajeron recetas y métodos que aún hoy perviven.
Cases de neu.

Ca’n Joan de s’Aigo.
Los sabores más icónicos de la isla
Si hay un sabor que resume la esencia de Mallorca en un helado, ese es el de almendra. Elaborado tradicionalmente con almendra cruda local, leche, azúcar, piel de limón y canela, este fue el primer helado fabricado en la isla por Ca’n Joan de S’Aigo y sigue siendo un clásico indiscutible.
Con el tiempo, los sabores de los helados en Mallorca fueron ampliándose con productos autóctonos. El helado de naranja de Sóller, dulce y refrescante, se convirtió en otro imprescindible, junto al de limón, muy comúnmente mezclado con hierbabuena. Le siguen sabores como el de hierbas mallorquinas, inspirado en el licor típico, o el de ensaimada, que evoca la repostería más querida de la isla.
En los últimos años, la creatividad y la búsqueda de guiños a lo local han impulsado combinaciones como higos secos y nueces, gató con almendra o incluso helado de sobrasada con ensaimada y dulce de albaricoque, un guiño dulce-salado que sorprende (y en ocasiones ofende) al paladar más curioso.
Hoy, las heladerías siguen experimentando sin perder de vista el producto local, y convierten al helado en una manera más de saborear Mallorca.
El valor de lo artesano
La elaboración de un helado artesanal es un proceso que combina tradición, técnica y buenas materias primas. Todo comienza con la mezcla de ingredientes: leche, azúcar, frutas o frutos secos, y en algunos casos yemas de huevo, canela o piel de cítricos. Luego se pasteuriza, es decir, se calienta para eliminar posibles bacterias y estabilizar la mezcla. A continuación se enfría y se deja reposar —fase de maduración— para que los sabores se integren. Después llega la mantecación, donde la mezcla se bate mientras se enfría para incorporar aire de forma natural, lo que contribuye a una textura más densa y cremosa. Finalmente se congela a la temperatura adecuada.
Hoy en día, aquellas bombas de fer gelat, donde toda la familia se turnaba para girar la manivela, se ha sustituido por maquinaria profesional, pero el proceso sigue rindiendo homenaje a esa artesanía. El resultado: un sabor más profundo y auténtico. Al usar ingredientes frescos y naturales, el sabor es más puro, sin la necesidad de recurrir a aromas artificiales o extractos.
¿Capricho o alimento? Valor nutricional del helado
Aunque a menudo se asocia a un capricho veraniego, el helado -especialmente el artesanal- puede formar parte de una dieta equilibrada si se consume con moderación. Sus ingredientes básicos son leche o bebida vegetal, azúcar, fruta o frutos secos, y a veces huevo. En Mallorca, helados como el de almendra destacan por su perfil nutritivo: contiene grasas saludables, proteínas y minerales como el calcio y el magnesio. Los de cítricos, por su parte, aportan vitaminas y antioxidantes.
La diferencia entre un helado artesano y uno industrial es clave. El primero prioriza ingredientes frescos y de calidad, sin aromas artificiales ni conservantes, y consigue su textura de forma natural, sin añadir aire en exceso. Además, muchos helados artesanales incorporan productos de proximidad y de temporada. En cambio, el helado industrial suele incorporar aditivos, grasas vegetales de baja calidad y emulsionantes que alargan su vida útil, pero reducen su valor nutricional.
Aunque el contenido calórico y de azúcares no debe subestimarse, elegir un buen helado, con ingredientes naturales y sin ultraprocesados, no tiene por qué ser un exceso, sino una forma deliciosa de cuidarse sin renunciar al placer.
Recuerdos que marcan generaciones
- Foto: FAM.
- Foto: Fam.
- Foto: FAM.
De los carritos callejeros a los mostradores con vitrina, las heladerías han sido parte esencial del verano mallorquín durante generaciones. Nombres como El Rubio, con su carrito esperando en la puerta de los colegios de Palma; Toni, en Cala Major, o Mr. Whippy, con su inconfundible música en Can Pastilla, evocan una época en la que un helado costaba una peseta y era el mejor premio del día. Así empezó Francisco Aznar, fundador de Helados Paco en los años 50, cuyo legado artesanal continúa hoy -Blanquerna y Benet Pons i Fàbregues- como Gelats Paco a cargo de la tercera generación familiar.
Otras heladerías emblemáticas como Ca’n Miquel (1979), famosa por sus helados salados, Gelats Jop (1991), herencia de la familia Pomar, o Sa Fàbrica de Gelats (1994), en Sóller, resisten al paso del tiempo. Al igual que Helados Bellver (1980), cuyos maestros heladeros han dado continuidad a la marca y han abierto un nuevo capítulo con Fred i bo Gelat Artesà, creando nuevos sabores para el recuerdo de generaciones futuras como el Rebentat o la pomada Xoriguer. Mientras, algunas muy recordadas cerraron tras décadas de servicio, como Granja Royal o Longarone.
Más allá del postre
Foto: Marc Fosh Restaurant.
El helado ha pasado de ser una tradición veraniega a una verdadera propuesta gastronómica que trasciende el mundo del postre. Hoy en día, es una experiencia en sí misma que se reinventa constantemente, adaptándose a las nuevas demandas de los consumidores y a la creatividad de los chefs locales.
Del clásico cucurucho al plato de autor, el helado, también en Mallorca, vive una revolución creativa. Opciones veganas, sin azúcar, ingredientes exóticos y nuevas técnicas han ampliado el mapa de sabores más allá del postre.
Y es que la alta cocina ha abrazado esta evolución. Hasta tal punto que en restaurantes como el prestigioso Voro (2 estrellas Michelin), el chef Álvaro Salazar transforma el tradicional espeto en un sorprendente helado. Por su parte, en el también galardonado Marc Fosh, el helado de espárrago blanco y saúco acompaña a unos carabineros en salmuera, con emulsión de perifollo y jugo de sus cabezas.
Propuestas que demuestran que los helados en Mallorca ya no solo refrescan: ahora también emocionan, sorprenden y maridan con lo inesperado.
Receta: Helado casero de almendra mallorquina
Ingredientes:
- 150 g de almendra mallorquina tostada y molida (también se puede usar pasta de almendra 100% natural)
- 500 ml de leche entera
- 200 ml de nata para montar (mínimo 35% MG)
- 100 g de azúcar
- 1 yema de huevo (opcional)
- Una pizca de sal
- Canela o piel de limón (opcional)
Elaboración con heladera:
En un cazo, calienta la leche con la nata y el azúcar. Añade una tira de piel de limón o una rama de canela. Remueve hasta que el azúcar se disuelva.
Añade la almendra molida y una pizca de sal. Cocina a fuego bajo 5 minutos, sin que hierva.
Retira y deja templar. Bate la yema y agrégala cuando la mezcla esté tibia. Remueve bien.
Deja la mezcla en la nevera al menos 4 horas (mejor toda la noche).
Una vez fría, vierte en la heladera y sigue las instrucciones hasta obtener una textura cremosa.
Congela unas horas antes de servir.
Elaboración sin heladera:
Sigue los pasos del 1 al 4.
Vierte la mezcla fría en un recipiente apto para congelador.
Congela unas 4-6 horas, removiendo cada 30-45 minutos para una textura más cremosa.
Sigue leyendo
Este reportaje de helados en Mallorca está incluido en la guía Mallorca Caprice, Mediterranean Happiness Guide, edición 2025-2026. Accede a ella.
¿Quieres saber más de este placer helado? No te pierdas la entrevista con Riccardo Falcone, dueño de las heladerías Rivareno en Mallorca.
Deja tu comentario