Los dimonis son los auténticos protagonistas de los correfocs de Sa Pobla. Foto: Mateu Bennàssar © Arxiu AETIB.

Las fires i festes de los pueblos de Mallorca son mucho más que simples eventos festivos; son una vibrante celebración de la identidad y la diversidad cultural de la isla. Desde la música y la danza hasta la artesanía y la gastronomía, estos festejos son un testimonio vivo de la rica herencia de Mallorca. En ellos, destacan figuras emblemáticas como dimonis, gegants o caparrots, que entretienen y embellecen las celebraciones con su presencia imponente y colorida. Si las fires i festes son el corazón de Mallorca, ellos marcan el ritmo de sus latidos. ¡Acompáñanos en este apasionante viaje de la mano de Mallorca Caprice en el que descubrirás las figuras más representativas del folclore mallorquín!

 

Dimonis

Los dimonis son figuras fundamentales en las festividades de Mallorca, simbolizando la lucha entre el bien y el mal y aportando un elemento de misterio y emoción a las celebraciones. Con sus trajes y máscaras diabólicas, estos inquietantes personajes representan fuerzas oscuras que se cree que ahuyentan los males y purifican el ambiente, convirtiéndose en protagonistas de eventos llenos de energía y tradición.

El dimoni de Artà es una figura central en las festividades de Sant Antoni. Foto: Teresa Ayuga.

Uno de los momentos más esperados de muchas fiestas es el correfoc, donde los dimonis recorren las calles entre fuegos artificiales y bengalas. Este espectáculo pirotécnico, caracterizado por la interacción cercana del público con el fuego, crea una atmósfera electrizante y visualmente impactante. Los dimonis, con sus antorchas y movimientos coreografiados, lideran estos desfiles de fuego, danzando al ritmo de tambores y creando un espectáculo fascinante.

Además de los correfocs, los dimonis participan en otros espectáculos de fuego, manipulando antorchas y realizando acrobacias que mantienen a la audiencia en vilo. Su presencia en estas festividades no solo añade dramatismo y entretenimiento, sino que también mantiene viva una tradición ancestral. Los dimonis, con su energía y simbolismo, son una parte esencial del folclore mallorquín.

¿Sabías que…?

Uno de los dimonis más emblemáticos de Mallorca es el de la localidad de Artà, figura central en las festividades de Sant Antoni. Un atavío del dimoni que data de 1920 está expuesto en el Museo del Traje de Madrid desde 1975 por la singularidad de su pesada máscara y su espectacular vestimenta, un mono de tafetán de algodón de color negro pintado al óleo decorado con serpientes o áspides que se enroscan en el cuerpo, brazos y piernas.

 

Gegants

Los gegants son figuras impresionantes y constituyen una mezcla única de historia, cultura y arte popular. Estas estatuas articuladas pueden alcanzar varios metros de altura, creando un efecto de nobleza y grandiosidad durante sus apariciones en las festividades de Mallorca. Representan personajes emblemáticos de la tradición local, desde figuras históricas hasta arquetipos populares, y generalmente desfilan en parejas de figuras masculinas y femeninas.

Los gegants de Palma bailan en el Passeig del Born. Foto: Teresa Ayuga.

Confeccionados con materiales como cartón piedra, poliéster o fibra de vidrio, y montados sobre robustas estructuras de madera o metal, los gigantes desfilan y danzan majestuosamente por las calles al ritmo de música festiva vestidos con amplios ropajes. Cada gigante no solo es una obra de arte en sí misma, con detalles meticulosos y colores vibrantes que los hacen destacar en los pasacalles, sino también un símbolo de la identidad mallorquina.

Las primeras referencias documentadas de la presencia de gegants en la isla se remontan al año 1630 en la población de Sóller. Originariamente formaban parte de las celebraciones del Corpus Christi pero su función religiosa se fue diluyendo hasta convertirse en un icono popular y en guardianes de la tradición y la historia de Mallorca.

¿Sabías que…?

El gegant más longevo no solo de Mallorca sino de toda Balears es En Vicenç de Manacor. Esta imponente figura de 3,80 metros de altura y 50 kilogramos de peso fue restaurada en el año 1942, cuando fue bautizado en honor a Sant Vicenç Ferrer y recibió sus característicos ropajes al estilo medieval, con una gran capa y un pañuelo en la cabeza de color amarillo. En Vicenç siempre desfila y danza junto a Na Catalina, su inseparable compañera.

 

Caparrots o capgrossos

Los caparrots o capgrossos son una parte imprescindible de las fiestas mallorquinas, aportando un toque de alegría y diversión a las celebraciones locales. Estas figuras, con sus grandes cabezas y coloridos trajes, representan personajes históricos, folclóricos y caricaturescos, actuando como el contrapunto cómico a la solemnidad de los gegants. Los cabezudos desfilan por las calles, interactuando con el público, especialmente con los niños, quienes los persiguen con entusiasmo y alegría.

Groucho Marx es el caparrot más emblemático de Sa Pobla. Foto: Mateu Bennàssar © Arxiu AETIB.

Estos emblemáticos personajes, realizados antaño en cartón piedra y actualmente en poliéster o fibra de vidrio, animan con su presencia el ambiente festivo, contoneándose al ritmo de la música tradicional y haciendo reír a los espectadores con sus movimientos exagerados y sus pícaras bromas. Cada figura tiene su propia personalidad y estilo, lo que añade diversidad y riqueza a las celebraciones.

Los cabezudos no solo aportan entretenimiento, sino que también mantienen viva una tradición que se ha transmitido de generación en generación. Su introducción en la isla se produjo alrededor del siglo XVII, aunque fue cayendo paulatinamente en desuso. No sería hasta la primera mitad del siglo XX cuando los caparrots recuperaron una relevancia que perdura hasta nuestros días.

¿Sabías que…?

En el año 1952 se creó la comparsa de cabezudos de Sa Pobla, impulsando esta tradición en toda la isla. Para su construcción se eligieron personalidades cómicas de la época, lo que supuso toda una novedad, como el célebre payaso Charlie Rivel y los Hermanos Marx: Harpo, Chico y, sobre todo, Groucho Marx, que tiene su propio baile y es conocido en toda Mallorca.

 

Cossiers

Los cossiers representan una de las tradiciones más antiguas y arraigadas de la isla, documentada por primera vez en Mallorca en el año 1554. Estos danzantes, típicamente conformados por seis hombres (aunque el número es variable) y la dama (que puede ser interpretada por un hombre o una mujer), visten trajes adornados con cintas y flores de vibrantes colores y sombrero de paja.

La danza de los cossiers Montuïri está declarada Fiesta de Interés Cultural. Foto: Teresa Ayuga.

La danza de los cossiers es una combinación de movimientos rituales y acrobáticos que simbolizan la lucha entre el bien y el mal. La figura de la dama representa la pureza y el bien, y es protegida por los cossiers, quienes trazan un círculo a su alrededor para custodiarla frente a la figura del dimoni, un personaje grotesco que encarna el mal. Sus bailes, llenos de simbolismo y tradición, conectan a la comunidad con sus raíces históricas y espirituales.

Las actuaciones de los cossiers son especialmente prominentes en las poblaciones de Alaró, Montuïri y Manacor, distinguidas como Fiestas de Interés Cultural, aunque la danza también se interpreta en municipios como Algaida, Inca o Pollença, y en la barriada palmesana de Son Sardina, entre otros lugares de la isla.

¿Sabías que…?

Tradicionalmente, la figura de la dama estaba interpretada por un hombre. Sin embargo, con el paso de los años se ha ido imponiendo la presencia de una mujer para caracterizarla. La agrupación del barrio de Son Sardina de Palma, que bailó por primera vez el día del Corpus de 1981, presentan la particularidad de que es la única compuesta íntegramente por mujeres, dejando tan solo la figura del dimoni a cargo de un hombre.

 

Moros i cristians

Las fiestas de Moros i cristians conmemoran los históricos enfrentamientos entre las fuerzas cristianas y las musulmanas en Mallorca. Estos eventos recrean las batallas y escaramuzas que marcaron la historia de la isla, celebrando la conquista por parte de Jaume I de Aragón en Calvià o la defensa frente a los ataques turcos durante el siglo XVI en pueblos como Sóller, Pollença o Andratx.

Las fiestas de Moros i cristians de Sóller congregan cada año a miles de personas. Foto: Teresa Ayuga.

Durante estas espectaculares y esperadas festividades, las calles se llenan de color y música con multitudinarios y animados desfiles. Participan comparsas vestidas con elaborados trajes de época que representan orgullosamente a ambos bandos en liza. Los entregados participantes, engalanados con armaduras y espadas o aperos y camisolas de labranza, por un lado, y turbantes, túnicas y cimitarras, por el otro, desfilan al ritmo de bandas de música y tambores, recreando una atmósfera inigualable.

Los momentos más esperados son las representaciones teatrales de las batallas, que culminan con la victoria cristiana, simbolizando la resistencia y el triunfo local. Gracias a estas fiestas, nombres como el pollencí Joan Mas, el pirata Dragut, el Capità Angelats o les Valentes Dones de Sóller nunca caerán en el olvido.

¿Sabías que…?

Los temidos piratas turcos solían portar cimitarras, espadas de hoja curva que recuerdan a una media luna, mientras que los cristianos usaban espadas en forma de cruz. Las cimitarras les permitían realizar un corte al rival en el mismo movimiento de desenvainar, proporcionándoles una ventaja táctica en el combate.

 

Xeremiers

Imagen de la colla Xeremiers des Prat durante una actuación. Foto: xeremiersdesprat@gmail.com.

Los xeremiers aportan el sonido distintivo de las festividades de Mallorca. Con raíces que se remontan a la Edad Media, los xeremiers han sido guardianes de una tradición musical que se ha transmitido de generación en generación. Sus canciones acompañan a las fiestas de ball de bot, a los gegants, caparrots, cossiers y dimonis en las celebraciones populares (y privadas), sincronizando sus movimientos y aportando un sentido de cohesión a los festejos.

En Mallorca, la colla de xeremiers está formada por un xeremier, que toca una gaita típica mallorquina llamada xeremia, y un flabioler, que toca simultáneamente el flabiol (flauta de una mano) y el tamborino (tambor de madera que se cuelga de la misma mano). Las piezas que se interpretan van desde los tradicionales pasacalles y corregudes (tocadas en las fiestas de cada pueblo) a boleros, jotas y copeos, así como repertorio de nueva creación.

El alegre sonido de las xeremies y el flabiol y el latido constante del tamborino son, sin duda, un elemento fundamental en las celebraciones de la isla. Por eso los xeremiers tienen el lema “Cap festa sense xeremies!” (ninguna fiesta sin xeremies).

¿Sabías que…?

Las xeremies cuentan con varias partes de madera como el bufador (por donde se introduce el aire), el grall (que reproduce las notas musicales) y los bordons (que producen el sonido continuo o nota pedal). Para que la madera no se pudra, cuenta la tradición que se debe cortar en febrero a la luz de una luna menguante de un árbol de hoja caduca, o en noviembre bajo una luna nueva si el árbol es de hoja perenne.

 

La Sibil·la 

Originario del siglo X y con raíces en las sibil·les, profetisas griegas y romanas, el Cant de la Sibil·la es un solemne y ominoso canto medieval interpretado durante la Misa del Gallo en Nochebuena en la isla. Este poema, recitado en latín o en mallorquín, es interpretado por una soprano, antaño por un niño, vestida con una túnica y sosteniendo una espada frente a su rostro, culminando con la formación de una cruz al final del cántico.

El Cant de la Sibil·la en la Catedral de Palma. Foto: Teresa Ayuga.

El Cant de la Sibil·la es una representación dramática que advierte sobre el Juicio Final y la separación entre los justos, quienes serán recibidos por Dios, y los pecadores, destinados al infierno y sus tormentos. La letra describe el cataclismo final, con imágenes de estrellas cayendo del cielo y la anunciada llegada del Mesías. Esta tradición, reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO desde 2010, destaca por su profunda conexión con las raíces culturales y espirituales de Mallorca, transmitiéndose de generación en generación como parte integral, y muy esperada, de las festividades navideñas.

¿Sabías que…?

El Concilio de Trento (1545-1563) prohibió el Cant de la Sibil·la, de origen pagano, para evitar prácticas locales que pudieran desviar la enseñanza oficial de la Iglesia. Debido al fuerte arraigo cultural en Mallorca y Alguer (Cerdeña), se siguió interpretando clandestinamente hasta que fue retomado de forma oficial en la década de 1960.

 

Bèsties de foc

Las bèsties de foc son impresionantes figuras gigantes y coloridas que representan criaturas míticas como dragones, caballos y otras entidades fantásticas. Estas enormes estructuras, hechas de materiales ligeros y resistentes para facilitar su movilidad, desfilan por las calles de pueblos y ciudades acompañadas de fuegos artificiales, pirotecnia y música ensordecedora, creando un espectáculo de luz y sonido inigualable.

El Drac de Na Coca por las calles de Palma. Foto: Teresa Ayuga.

Una de las más famosas es el Drac de Na Coca, que desde 2011 protagoniza las fiestas de Sant Sebastià y Sant Joan de Palma y cuya creación responde a una curiosa leyenda. En 1776, se corrió el rumor de que un gran dragón merodeaba por la calle La Portella, cerca de la Catedral. Los vecinos reportaron extraños ruidos nocturnos, llegándose a afirmar que la bestia había devorado niños y mendigos. El caballero Bartomeu Coch, camino a casa de su prometida (de ahí el nombre Drac de Na Coca), enfrentó al temido reptil y lo mató. Se descubrió entonces que el «dragón» era en realidad un cocodrilo que había crecido en las alcantarillas. El Drac de Na Coca pesa 50 kilos, mide 1,80 metros de altura y 1,83 metros de anchura, y tiene 7 puntos de fuego.

¿Sabías que…?

El cocodrilo, tras ser embalsamado debido a su singularidad, se exhibe en el Museu Diocesà de Palma desde principios del siglo XX, donado por la familia del capitán Coch. Además, una escultura del reptil adorna las paredes del edificio frente al museo. ¿Serás capaz de avistarlo?

 

Cavallets

Los cavallets, cuyo origen se remonta al siglo XV, se pueden disfrutar en las localidades de Pollença, Artà, Felanitx, Llucmajor, Palma y Calvià. Estas figuras, auténticas protagonistas de diversas festividades como Sant Joan, Sant Sebastià o Sant Agustí, están hechas principalmente de madera o cartón y se tallan y pintan para asemejarse a caballos. Después son decoradas con telas coloridas, cintas y otros adornos, como colas y crines hechas de cuerda o hilo, que añaden detalle y realismo, además de reflejar el cuidado y cariño con que se preserva este elemento del folclore mallorquín.

Los Cavallets danzan frente a la Catedral de Palma. Foto: Teresa Ayuga.

Estas estructuras son portadas a la altura de la cintura por niños o adultos disfrazados de jinete que, con un ritmo característico, imitan el galope y las danzas de los caballos. Es una coreografía alegre y animada que suele estar acompañada por música de xeremia, flabiol y tamborino, creando un ambiente festivo y contagioso.

Mezcla de tradición pagana y celebraciones cristianas, los cavallets reflejan la rica historia cultural de Mallorca y simbolizan la conexión de la isla con la naturaleza y los animales, destacando la importancia del caballo en la historia y economía de la isla.

¿Sabías que…?

Pollença es la única localidad de Mallorca que conserva la singular Dansa de les Àguiles i Sant Joan Pelós, un baile ritual del Corpus Christi. Similares a los cavallets, se trata de dos chicas en el cuerpo de dos águilas de cartón, profusamente engalanadas con joyas prestadas para la ocasión por las gentes del pueblo.

 

Pagesos i pageses

Los pagesos i pageses ocupan un lugar central en la tradición mallorquina, simbolizando la conexión profunda de la isla con su pasado agrícola y rural. Los hombres, o pagesos, suelen llevar camisas blancas, chalecos, fajas, calçons amb bufes (pantalones anchos), medias y espardenyes (calzado de tela y esparto). Las mujeres, o pagesas, visten rebosillos o volants blancos (pañuelos que cubren cabeza y hombros), gipons (jubones ceñidos de color negro), calçons (enaguas), faldas amplias y coloridas, delantales y zapatos de esparto enlazados sobre las medias. Unas vestimentas típicas que ilustran la identidad y esencia de Mallorca.

Pagesos i pageses interpretan uno de sus bailes tradicionales. Foto: Teresa Ayuga.

En particular, los pagesos i pagesas son protagonistas del ball de bot (baile de salto), un conjunto de bailes tradicionales arraigados en los festejos rurales que incluye la jota, el fandango y el bolero. Su nombre refleja el carácter dinámico y enérgico de estas danzas. Los pasos del ball de bot son variados y pueden incluir saltos, giros y cabriolas, que requieren agilidad y coordinación por parte de los bailarines. Los hombres y mujeres realizan movimientos sincronizados y a menudo se entrelazan las manos mientras danzan en círculos o en líneas, añadiendo un elemento de armonía, complicidad y celebración.

¿Sabías que…?

El gipó es tradicionalmente negro debido al luto, una costumbre mantenida a rajatabla por las devotas mujeres mallorquinas en el siglo XIX, ya que siempre tenían algún fallecido cercano a quien dedicar este color debido a la alta mortalidad de la época.